Hace varios años, o más bien décadas, que hemos descubierto que el sol que movía los impulsos de la naturaleza era también aplicable a nuestra tecnología moderna, convirtiendo la energía solar en electricidad.

Esta forma de generar la energía eléctrica se ha aplicado a tantas tecnologías que se ha convertido en algo habitual y una alternativa más ecológica a los métodos más clásicos. Pero por muy integrado que este en nuestra sociedad este método, todavía había áreas en las que debía aplicarse.

El martes 26 el avión Solar Impulse 2 se alzaba sobre nuestras cabezas gracias a 17.000 células fotovoltaicas que captaban la energía solar para poder acumularlas en sus baterías. La nave fue capaz de recorrer 43.000 kilómetros, dando la vuelta al mundo en 17 etapas antes de aterrizar y ¡sin utilizar ni una gota de combustible convencional!

avión con energía eléctrica

Por ahora, se trata de un proyecto que aún se encuentra en sus etapas iniciales de investigación, pero promete ser un gran avance en el ámbito de los combustibles ecológicos.

Es importante recalcar que  el Solar Impulse 2 sólo tenía que transportar a Bertrand Piccard, el piloto de la nave, y que aún faltaría mucho para que este método de impulso pueda ser incorporado en los aviones convencionales. La razón principal que hay que tener en cuenta es el peso; los aviones comerciales que conocemos hoy deben no sólo transportar a los pasajeros y mercancías, sino su propio peso, y eso equivale a muchas más toneladas de el aeroplano de Piccard, por lo que se necesitaría muchísima más energía sólo para impulsarlo lo suficiente como para conseguir que despegara.

Aunque, con un poco de paciencia, dentro de unas décadas estaremos montando en un avión solar, donde nos sentiremos como Bertrand Piccard: unos pioneros en el transporte. Porque pocos pueden estar en el nacimiento de un hito semejante.

 

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